LA MAGIA DE LOS CUENTOS

El Soldadito de Plomo, El Flautista de Hamelín, Caperucita Roja, El Gato con Botas, Cenicienta, La Ratita Presumida, Los Tres Cerditos, El Patito Feo, Juan Sin Miedo… Seguro que todos estos cuentos y muchos otros forman parte de tu infancia y quizás hasta de tu edad adulta si tienes hijos o hijas. Y es que los cuentos forman parte de la vida de las personas desde hace siglos. A veces, nos han entretenido, otras nos han dado consejos, algunas nos han robado sonrisas o incluso nos han provocado alguna lágrima, pero lo que seguro han hecho es marcarnos para siempre.

Podemos definir los cuentos como narraciones breves, en forma oral o escrita, acerca de unos hechos reales o ficticios, protagonizados por un único personaje o por un grupo reducido y con un argumento sencillo. De todas formas, conocemos tanto lo que son los cuentos que, a esta definición que parece bastante acertada, le podemos añadir otras características como que están escritos en prosa, que siempre mantienen una misma estructura: introducción, nudo y desenlace o que están realizados para una lectura lineal sin los rodeos propios de una novela. Sin embargo, lo más relevante son las aportaciones que nos ofrecen tanto a pequeños como a mayores: impulsan la imaginación, desarrollan el lenguaje, crean vínculos afectivos entre el lector y el oyente, fomentan la lectura o preparan para la vida adulta por medio de la transmisión de valores como el compañerismo, la paciencia, la humildad, el respeto o la valentía. Por todo ello, la relevancia de los cuentos en las etapas de Educación Infantil y Educación Primaria, es realmente enorme.

Si sois padres o madres y habéis llegado hasta aquí, por favor, no olvidéis dedicar unos minutos cada noche para contarles cuentos a vuestros hijos. Si sois hijos, por favor, soñad muy fuerte y saboread la magia de esas historias en las que todo es posible. Ciertamente, los cuentos nos dan mucho y no nos piden nada a cambio. Y es que ya lo decía el escritor, maestro y periodista italiano Gianni Rodari: “quisiera que todos leyeran, no para ser literatos o poetas, sino para que nadie sea esclavo”. Que así sea.

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